Eber Ludueña: "No fui convocado porque no me ubicaron"
¿Qué mitos sobre el fútbol deberían derribarse?
-El del bidón de Branco. Es exagerado. No era un bidón, apenas un recipiente, una botella plástica. Bidón es eso que usás cuando te quedás sin nafta.
En el verde césped, ¿es más importante transpirar la camiseta o sacarles lustre a los botines?
-El lustre del calzado es al futbolista lo que la limpieza del fusil al militar pero, sin duda, transpirar la camiseta, a veces, ayuda para terminar con las manchas rebeldes que no salen con cepillado firme y/o franela naranja seca.
¿Cuáles son sus máximos placeres como jugador?
-Para mí, fue un gran placer haber pasado cuatro veces la mitad de la cancha. Tres en una jugada y una en una ocasión que se me cayó una canillera y la fui a buscar. Otro de mis placeres es clavarme un caramelo de anís y tirarle el aliento a un rival.
En el ambiente del fútbol, ¿con qué llaves se abren más puertas: con las del poder, con las del dinero o con las de la fe?
-Yo abrí muchas puertas con las llaves de un Opel K 180, que era un símbolo de todo lo que mencionás. Poder estar dulce en lo económico te da una fe que mueve montañas.
Dígame Eber, ¿es usted un pibe de barrio, un chico cool o un muchacho urbano?
-Yo soy un muchacho, como Sandro en la película "Muchacho". Soy un mix perfecto entre Alberto de Mónaco y el loco Houseman, con el pique corto actual de Alberto de Mónaco.
Dicen que todo jugador tiene su precio, ¿cuál es el suyo?
-Una vez, vino un dirigente con una valija llena de dinero que intentó sobornar al equipo en una final para que jugáramos mal y fuéramos para atrás. Nadie quería agarrar, hasta que el 2 dijo: "Yo necesito la guita" y manoteó un fajo. Ahí se largaron todos. Cuando fui yo, el dirigente cerró el maletín y me esputó: "Usted no necesita dinero para jugar mal. No vamos a tirar la plata". Me dolió.
¿Cómo es su relación con los árbitros fuera de la cancha?
-Si les gusta ir a bailar, si les gusta el licor de huevo y si les gusta la milanesa con polenta, es muy pero muy buena.
Como futbolista, ¿sufrió pánico escénico?
-Sí, en un vestuario. Vinieron a hacerle una nota a Camote Acuña y yo salí por atrás, desprevenido, desnudo totalmente. Cuando lo advertí, ya era tarde. Programa en vivo. Pasaron la repe hasta en Todos los Goles, a la noche.
Futbolísticamente, ¿cuál es su as bajo la manga?
-Con la pavota, mi jugada característica, en la que dibujo una "ve corta" con la trayectoria del balón, pisado sobre la suela. Sorprende.
¿Qué hábitos no pudo cambiar?
-El de fumar en el banco de suplentes.
El fútbol, ¿le abrió las puertas del levante?
-El fútbol fue mi ganzúa para el amor, te diría. Vos te acercás a una señorita cualquiera, en un boliche, con un estéreo bajo el brazo, camisa arremangada y le decís: "Soy el lateral derecho de Temperley" y no podés perder.
¿Cuál fue su conquista más memorable?
-Lo máximo, reconocido, de lo que puedo hablar porque está blanqueado, es Silvia Peyrou.
Las botineras, ¿les complican la vida a los jugadores?
-Sí, pero son indispensables para el solaz esparcimiento del futbolista. Pero es una relación win-win. Nosotros sacamos chapa con lindas señoritas, lo que nos da otra presencia luego en el campo de juego. Ellas aprovechan cuando estamos dulces en lo económico.
¿Está de acuerdo con el fútbol femenino?
-Tengo sensaciones ambiguas. Me seduce una mujer que sepa con la pelota, su ropa pegada al cuerpo transpirado. No me seduce tanto si luego de hacer el amor te dice: "¡Cómo te sacude Bazán Vera!".
El entrenamiento deportivo, ¿mejora el rendimiento sexual?
-No, es al revés. Algunas posiciones sexuales van en desmedro del estado físico. El sexo de parado come piernas y las sesiones sexuales largas propenden a la hiperventilación.